Aunque el enfoque principal del artículo es el liderazgo empoderador, Zhang y Bartol dedican una sección a comparar cómo distintos estilos, incluido el transaccional, afectan el rendimiento en ambientes estructurados como los de ingeniería civil. Identifican que el liderazgo transaccional tiene una ventaja operativa clave: proporciona una estructura organizacional robusta y estable, ideal para las fases más críticas y secuenciales del proyecto, como la planificación, ejecución y control de obra. Las órdenes son claras, las expectativas están bien delimitadas y las consecuencias del rendimiento (positivas o negativas) están predeterminadas, lo que crea un sistema de responsabilidad funcional y predecible. Esta claridad minimiza errores costosos y tiempos muertos. En este tipo de liderazgo, el gerente de obra se convierte en el eje de control, optimizando recursos y minimizando desviaciones, lo cual es especialmente útil cuando se trabaja con contratistas, jornaleros y equipos multidisciplinarios que necesitan una cadena de mando nítida. El artículo también advierte que el exceso de control puede suprimir la proactividad, por lo que se recomienda usar este modelo en conjunto con prácticas participativas cuando se requiera innovación, como en la resolución de imprevistos en campo.