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En este artículo, Claude L. Graeff realiza una revisión crítica de la evolución de la Teoría del Liderazgo Situacional (TLS), desarrollada inicialmente por Hersey y Blanchard. Graeff examina las distintas versiones de la teoría, desde su concepción original hasta las modificaciones posteriores, y señala varias inconsistencias y ambigüedades conceptuales que, según él, limitan su aplicabilidad y robustez teórica.
Uno de los principales argumentos de Graeff es que la TLS carece de una base teórica sólida y presenta problemas de coherencia interna. Por ejemplo, critica la ambigüedad en la definición de "madurez" o "nivel de desarrollo" de los seguidores, un concepto central en la teoría que determina el estilo de liderazgo más adecuado. Además, señala que las revisiones posteriores, como el modelo Situational Leadership II (SLII), introducen cambios que generan confusión y no resuelven las deficiencias originales.
Graeff también destaca la falta de evidencia empírica consistente que respalde las proposiciones de la TLS. Aunque la teoría ha sido ampliamente adoptada en la práctica, los estudios que han intentado validarla han producido resultados mixtos, lo que pone en duda su eficacia como herramienta predictiva y prescriptiva.
En resumen, Graeff argumenta que, a pesar de su popularidad, la Teoría del Liderazgo Situacional presenta serias limitaciones teóricas y prácticas. Sugiere que, para mejorar su utilidad, es necesario clarificar sus conceptos fundamentales y fortalecer su base empírica.